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estrechamente abrazados, haban soado sueos distintos, haban vivido
aventuras dismiles, el uno haba sonredo mientras la otra hua aterrada, el
uno haba vuelto a rendir un examen de lgebra mientras la otra llegaba a una
ciudad de piedras blancas.
En el recuento matinal Talita pona placer o congoja, pero Traveler se
obstinaba secretamente en buscar las correspondencias. Cómo era posible que
la compaa diurna desembocara inevitablemente en ese divorcio, esa soledad
inadmisible del soante? A veces su imagen formaba parte de los sueos de
Talita, o la imagen de Talita comparta el horror de una pesadilla de
Traveler. Pero ellos no lo saban, era necesario que el otro lo contara al
despertar: Entonces vos me agarrabas de la mano y me decas... Y Traveler
descubra que mientras en el sueo de Talita l le haba agarrado la mano y
le haba hablado, en su propio sueo estaba acostado con la mejor amiga de
Talita o hablando con el director del circo Las Estrellas o nadando en Mar
del Plata. La presencia de su fantasma en el sueo ajeno lo rebajaba a un
mero material de trabajo, sin prevalencia alguna sobre los maniques, las
ciudades desconocidas, las estaciones de ferrocarril, las escalinatas, toda
la utilera de los simulacros nocturnos. Unido a Talita, envolvindole la
cara y la cabeza con los dedos y los labios. Traveler senta la barrera
infranqueable, la distancia vertiginosa que ni el amor poda salvar. Durante
mucho tiempo esperó un milagro, que el sueo que Talita iba a contarle por la
maana fuese tambin lo que l haba soado. Lo esperó, lo incitó, lo provocó
apelando a todas las analogas posibles, buscando semejanzas que bruscamente
lo llevaran a un reconocimiento. Sólo una vez, sin que Talita le diera la
menor importancia, soaron sueos anlogos. Talita habló de un hotel al que
iban ella y su madre y al que haba que entrar llevando cada cual su silla.
Traveler recordó entonces su sueo: un hotel sin baos, que lo obligaba a
cruzar una estación de ferrocarril con una toalla para ir a baarse a algn
lugar impreciso. Se lo dijo: Casi soamos el mismo sueo, estbamos en un
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hotel sin sillas y sin baos. Talita se rió divertida, ya era hora de
levantarse, una vergenza ser tan haraganes.
Traveler siguió confiando y esperando cada vez menos. Los sueos volvieron,
cada uno por su lado. Las cabezas dorman tocndose y en cada una se alzaba
el telón sobre un escenario diferente. Traveler pensó irónicamente que
parecan los cines contiguos de la calle Lavalle, y alejó del todo su
esperanza. No tena ninguna fe en que ocurriera lo que deseaba, y saba que
sin fe no ocurrira. Saba que sin fe no ocurre nada de lo que debera
ocurrir, y con fe casi siempre tampoco.
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Los perfumes, los himnos órficos, las algalias en primera y en segunda
acepción... Aqu ols a sardónica. Aqu a crisoprasio. Aqu, esper un poco,
aqu es como perejil pero apenas, un pedacito perdido en una piel de gamuza.
Aqu empezs a oler a vos misma. Qu raro, verdad, que una mujer no pueda
olerse como la huele el hombre. Aqu exactamente. No te muevas, dejame. Ols
a jalea real, a miel en un pote de tabaco, a algas aunque sea tópico decirlo.
Hay tantas algas, la Maga ola a algas frescas, arrancadas al ltimo vaivn
del mar. A la ola misma. Ciertos das el olor a alga se mezclaba con una
cadencia ms espesa, entonces yo tena que apelar a la perversidad pero era
una perversidad palatina, entend, un lujo de bulgaróctono, de senescal
rodeado de obediencia nocturna , para acercar los labios a los suyos, tocar
con la lengua esa ligera llama rosa que titilaba rodeada de sombra, y
despus, como hago ahora con vos, le iba apartando muy despacio los muslos,
la tenda un poco de lado y la respiraba interminablemente, sintiendo cómo su
mano, sin que yo se lo pidiera, empezaba a desgajarme de m mismo como la
llama empieza a arrancar sus topacios de un papel de diario arrugado.
Entonces cesaban los perfumes, maravillosamente cesaban y todo era sabor,
mordedura, jugos esenciales que corran por la boca, la cada en esa sombra,
the primeval darkness, el cubo de la rueda de los orgenes. S, en el
instante de la animalidad ms agachada, ms cerca de la excreción y sus
aparatos indescriptibles, ah se dibujan las figuras iniciales y finales, ah
en la caverna viscosa de tus alivios cotidianos est temblando Aldebarn,
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